domingo, febrero 19, 2017

CÓMO DEMOSTRAR AMOR ÁGAPE (EL AMOR DE DIOS)

Dios es amor.
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
CÓMO DEMOSTRAR AMOR ÁGAPE (EL AMOR DE DIOS)
Charles Stanley
LUCAS 15:11-32 “Parábola del hijo pródigo” **
El amor de DIOS nos capacita para reaccionar con calma
ante las dificultades, demostrar paciencia y sacrificarnos sin quejarnos.
Demostramos el amor de DIOS cuando podemos:
         Perdonar a los demás.  En Lucas 15:13,14, el hijo pródigo desperdició su dinero viviendo de manera desenfrenada, lo que hizo que descubriera la naturaleza destructiva del pecado. Cuando regresó, su padre lo perdonó por completo. El amor hizo posible borrar el pasado (Salmo 103:12).
         Actuar con generosidad. El hijo, que había estado alimentando cerdos, llegó a la casa del padre con pocas esperanzas. El padre lo recibió con calidez y lo vistió con las mejores ropas. El amor divino, que no guarda registro de errores, le permitió al padre demostrar gracia al hijo.
         Servir con alegría. ¡Qué celebración hizo el padre por el regreso del hijo pródigo! Su alegría por el regreso a casa de su hijo perdido se desbordó a otros. El amor se expresa con el servicio jubiloso a los demás.
         Restaurar a quienes caen. El que había abandonado a su padre y despilfarrado su herencia, recibió de nuevo todos sus derechos como hijo. Cuando nos complicamos la vida, nuestro Padre Celestial espera con paciencia que volvamos a ÉL. DIOS acepta nuestro arrepentimiento, se regocija por nuestro regreso y restablece nuestra relación con ÉL. El hermano mayor de esta parábola no entendió la situación por su actitud legalista (1a Juan 1:8). No reconoció sus errores, ni las muchas veces que su padre le había mostrado amor y perdón.
DIOS nos llama a tener un estilo de vida de amor ágape.
¿A quién puedes hoy ofrecer el amor que perdona,
restaura y sirve con generosidad y alegría?
ORACIÓN: Padre Celestial, ayúdame a demostrar Tu amor en todos mis actos. En el nombre de Cristo, amén.

**Lucas 15:12-32   “Parábola del hijo pródigo”

11 Jesús contó esto también: «Un hombre tenía dos hijos, 12 y el más joven le dijo a su padre: “Padre, dame la parte de la herencia que me toca.” Entonces el padre repartió los bienes entre ellos. 13 Pocos días después el hijo menor vendió su parte de la propiedad, y con ese dinero se fue lejos, a otro país, donde todo lo derrochó llevando una vida desenfrenada. 14 Pero cuando ya se lo había gastado todo, hubo una gran escasez de comida en aquel país, y él comenzó a pasar hambre.15 Fue a pedir trabajo a un hombre del lugar, que lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. 16 Y tenía ganas de llenarse con las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. 17 Al fin se puso a pensar: “¡Cuántos trabajadores en la casa de mi padre tienen comida de sobra, mientras yo aquí me muero de hambre! 18 Regresaré a casa de mi padre, y le diré: Padre mío, he pecado contra Dios y contra ti;19 ya no merezco llamarme tu hijo; trátame como a uno de tus trabajadores.” 20 Así que se puso en camino y regresó a la casa de su padre.
»Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y sintió compasión de él. Corrió a su encuentro, y lo recibió con abrazos y besos. 21 El hijo le dijo: “Padre mío, he pecado contra Dios y contra ti; ya no merezco llamarme tu hijo.” 22 Pero el padre ordenó a sus criados: “Saquen pronto la mejor ropa y vístanlo; pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 23 Traigan el becerro más gordo y mátenlo. ¡Vamos a celebrar esto con un banquete! 24 Porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a vivir; se había perdido y lo hemos encontrado.” Comenzaron la fiesta.
25 »Entre tanto, el hijo mayor estaba en el campo. Cuando regresó y llegó cerca de la casa, oyó la música y el baile. 26 Entonces llamó a uno de los criados y le preguntó qué pasaba. 27 El criado le dijo: “Es que su hermano ha vuelto; y su padre ha mandado matar el becerro más gordo, porque lo recobró sano y salvo.” 28 Pero tanto se enojó el hermano mayor, que no quería entrar, así que su padre tuvo que salir a rogarle que lo hiciera. 29 Le dijo a su padre: “Tú sabes cuántos años te he servido, sin desobedecerte nunca, y jamás me has dado ni siquiera un cabrito para tener una comida con mis amigos. 30 En cambio, ahora llega este hijo tuyo, que ha malgastado tu dinero con prostitutas, y matas para él el becerro más gordo.”

31 »El padre le contestó: “Hijo mío, tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo. 32 Pero había que celebrar esto con un banquete y alegrarnos, porque tu hermano, que estaba muerto, ha vuelto a vivir; se había perdido y lo hemos encontrado.”»

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